La mediación intercultural: un lápiz para la paz
El mundo se encuentra conmocionado por los hechos violentos que han ocurrido en Francia, la intolerancia cultural ha hecho que personas de distintas razas e ideología mueran.
En este sentido, la UNESCO se ha unido al lema “Je suis Charlie y Un lápiz para la Paz”, abogando por la libertad de expresión, el diálogo intercultural y la seguridad de los periodistas.
Ahora bien, ante esta situación ¿cómo podemos los mediadores interculturales contribuir a generar puentes de paz y tolerancia a la diversidad cultural?
Si la mediación consiste en un proceso en el cual un profesional de la mediación, quien es un tercero neutral e imparcial, facilitador de la comunicación, motiva a las personas a proponer soluciones y a llegar a acuerdos, ¿cómo puede ayudar un mediador intercultural a personas con distintas creencias, ideología o raza?
¡Pues ese es uno de los mayores desafíos que tenemos como mediadores interculturales!, ser facilitadores de diálogo en medio de la adversidad, en medio de la violencia que no tolera el reconocimiento del otro ser humano, una persona única, especial y llena de historias y creencias propias de su cultura.
Los indicadores sociopolíticos y demográficos sugieren que, en los próximos años, miles de personas no europeas se establecerán en España y se podrán apreciar en la sociedad, las siguientes situaciones[2]:
- Un patrón cultural diferente a la cultura de acogida (española), por ejemplo, el aspecto religioso es un tema que requiere una atención especial y debe ser consecuente con los ritos y tradiciones que la familia quiere transmitir a sus hijos.
- La lengua materna será normalmente muy distinta a la española.
- Las condiciones de vida y subsistencia que la familia posee. En muchos casos es itinerante o poco estable en un lugar determinado, aspecto que condiciona también los procesos educativos de los menores.
- Además de las condiciones ya mencionadas, pueden existir otras de mayor o menor importancia propias de las condiciones familiares y personales que puedan sufrir, tales como, la marginación, la discriminación, ilegalidad, entre otras.
Ante este escenario, es necesario que los mediadores trabajemos con distintas estrategias:
- Apertura: Esto implica ponernos como un observador y reflexionar sobre ¿qué está pasando? atender a los detalles: ¿qué se ha dicho? ¿cómo se ha dicho? ¿cuándo? ¿dónde?.
- La escucha: Implica escuchar con atención a la persona que habla, sin juzgar, sin criticar, sabiendo que esa persona es –única e irrepetible- y que detrás de su postura se encuentra su cultura e intracultura, que puede coincidir o no con nuestras creencias, valores y creencias.
- El arte de preguntar: Las preguntas nos ayudan a conocer a las personas, ¿cómo piensan? ¿qué sienten?, por tanto las preguntas tienen que ser poderosas, es decir, que cada pregunta que se haga a los mediados lleve detrás una escucha activa, un entendimiento de las expectativas del otro.
- Comunicar con autenticidad: La comunicación auténtica es una comunicación que tiene como objetivo expresar las necesidades de una manera constructiva, asumiendo la responsabilidad que corresponde y comunicando sin agredir al otro, ni someterlo, solo expresa ideas, sin herir, ni perjudicar al otro. Este tipo de comunicación es necesaria por parte del mediador, así como invitar a los mediados a que se comuniquen de manera genuina, auténtica.
- Inteligencia intercultural: es la habilidad para reconocer y adaptarnos a las señales culturales, tanto obvias como imperceptibles. En un escenario multicultural, es imprescindible tener inteligencia cultural, ya que esto nos ayudará a generar un espacio de confianza, en el cual las personas en conflicto puedan hablar de manera horizontal, con respeto y tolerancia.
- Sinergias: pensar desde la perspectiva de las sinergias en el conflicto, facilita que las personas puedan verse como socios para resolver sus necesidades y no como enemigos, es decir ¿qué podemos hacer el uno con el otro para satisfacer nuestras necesidades?
- Acuerdos: los acuerdos en la mediación son el resultado de la reflexión de los mediados, quienes han expuesto a lo largo del proceso sus necesidades y finalmente toman la decisión de llegar a soluciones de beneficio mutuo.
Mi invitación es para que todos los mediadores, desde los distintos escenarios promovamos el diálogo constructivo, la diversidad intercultural, la tolerancia y el respeto a los seres humanos con independencia de que coincidan o no con nuestras creencias, porque cada ser humano es único, maravilloso y una oportunidad para conocer otras realidades. ¡Que sea la mediación intercultural un puente de diálogo y paz para todos los seres humanos!.
[1] Mª Alejandra Ramírez Cuenca. Consultora internacional. Mediadora. Formadora Intercultural. Directora de Globally People.
[2] Revista Iberoamericana de Educación (ISSN: 1681-5653). Inmigración y Educación en el contexto Español: Un desafío Educativo